lunes, 21 de marzo de 2011

Esos días...

"En mi mano" Gis pastel 29.7 x 42 cm. Ángeles Bravo.

En esos días había estado esperando algún correo con buenas noticias , sólo llegaron dos, prácticamente iguales: "lo sentimos pero por ahora no necesitamos de sus servicios, cuando haya un puesto vacante en ilustración, le avisaremos con gusto". Sin esperanza, ni dinero ¿qué me quedaba?, lo más lógico ¡el suicidio!; así que fuí a meter la cabeza en el horno de microhondas para que me explotará el cerebro, un final digno de mí.
No contaba con que el horno de microhondas no funciona sino se cierra la puerta (¡pinches puertas!), entonces pensé en muerte por ahorcamiento, tomé lo que estaba a la mano: el cable del televisor, sí otro final digno de mí, me ahorcaría con el opio de la sociedad moderna. Cuando estaba a punto de dar el tirón final, una voz grita a lo lejos "¡hija!, ¡prendeme la tele, ya va empezar mi novela! (¡chin!, ¡la telenovela de las seis, no lo pensé, pinches novelas!, ¡pinches cables de televisión!). Le prendí la tele a mi mamá y  fuí a mi cuarto a tirarme en la cama como ballena encallada en la playa.
Ahí estaba en "coma depresiva", cuando note algo adherido al dedo índice de mi mano izquierda, era una de esas criaturas molestas ya para mi,(por sus continuas intromisiones a mi "equilibrada vida"), era una hada pequeña e inoportuna tirando de mi dedo y diciéndome -allá, -¿allá queé?, ¡déjame en paz!, le dije de mala manera pero ella insistió señalando hacia algún lugar, forcejeándo con mi dedo para que la siguiera.
 No quiero ir, vete. Y sacudí fuertemente mi mano para desacerme de la criatura, pero se aferró aún más. En vista de que no me libraría de ella hasta que accediera a sus peticiones, me levanté y fuí a donde "la cosa con alas" quería. Fuimos al lugar donde había botado mi material de dibujo, hacía ya varios días, por la frustración que me causaba esta profesión tan ingrata conmigo. Esa hada egoísta quería un dibujo suyo, -en ese momento-, sin importarle para nada mi situación. ¡Que más daba! si con eso se desaparecía de mi vida. Comencé con mi nuevo trabajo no me levanté de mi asiento hasta terminar, ni el hada se despegó de mi hasta verse retratada en el papel, y aquí lo tienes -el pinche dibujo, el instante en que me tope con esa hada testaruda.

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